Mientras en el cielo tenemos a la luna
nueva atravesando la constelación de Capricornio, un poco más cercano a lo
terrenal mi mente ha decidido meditar acerca de la capacidad de la magia para
dañar a los enemigos. No me malinterpreten, no me refiero a andar maldiciendo a
diestra y siniestra a todo aquel que no nos cae en gracia, me refiero al uso de
la magia como mecanismo defensivo y de ataque cuando nos encontramos en
peligro. También comprendiendo que todo lo que existe en la naturaleza es dual,
tiene su lado positivo y negativo y aquellos que tenemos el don de bendecir también
tenemos el don de causar daño. En la naturaleza los seres vivos se defienden de
sus agresores, y no se contentan únicamente con repeler al agresor, sino que
contraatacan. Un lobo no repelerá únicamente un ataque, clavara los colmillos a
su agresor hasta desangrarlo. Reitero no se trata de atacar inocentes, se trata
de que nosotros no somos cristianos para andar poniendo la otra mejilla. La
Reina y el Maestro nos enseñan a defendernos, a proteger a los nuestros y a
utilizar la magia para ello, como han hechos las brujas desde siempre.
La brujería antigua era el arte de
bendecir y proteger, pero también de maldecir a los enemigos. En el evangelio
de las Brujas, de Charles Leland, se muestra claramente la doble naturaleza del
Arte. Además llama a las brujas a usar el arte contra los explotadores; los
señores feudales y la Iglesia, es decir plante a la brujería como una
herramienta de liberación de los pueblos oprimidos. Dejando de lado que esto también
es un llamado a que las brujas sean ciudadanos activos de su comunidad, también
hace referencia al uso de la magia para luchar. Y siendo sinceros, si utilizáramos
la magia contra una poderosa corporación económica, que por ejemplo, destruye
el medio ambiente, o explota trabajadores... eso sería catalogado como
"magia negra”? (creo que es innecesario retomar el debate acerca de la
existencia o no de los "colores" en la magia). Seguramente los
directivos de dicha empresa, si lo verían de esta manera, pero los millones que
mejorarían su calidad de vida, resguardarían sus hogares o su vida, seguramente
lo verían de otra forma. Como todo en la vida, en la brujería todo depende de
las circunstancias y de la intención de quien lleva a cabo el Oficio.
Todos los brujos, tenemos el ars maléfica,
el don de maldecir y causar daño de la misma manera que tenemos el don de
proteger y bendecir. Debemos ser prudentes, astutos y sabios cuando usamos
nuestra magia, y principalmente debemos ser responsables de que todo lo que
hagamos generara consecuencias.
El uso abusivo del ars maléfica, conlleva
terribles consecuencias para quienes lo hacen, tanto a nivel físico como
espiritual. Esto no es un castigo divino, sino la consecuencia de la propia
practica espiritual. Además la energía de quienes abusan de esta habilidad,
cambia al punto de que luego les cuesta practicar con otro tipo de energías.
Para poder maldecir, hace falta concentrar la ira y el rencor contra el objeto
de la maldición, eso llena la sangre de la persona, su aura cambia y el exceso
de esas energías termina destruyendo al practicante.
Como todo en la brujería, la libertad es
absoluta, está en la sabiduría del adepto, darse cuenta cuando debe utilizar
cada uno de los dones del arte.
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